jueves, 26 de marzo de 2020

Bajo la misma estrella resumen#7

John Green
Bajo la misma estrella (semana#8)

Los tumores se redujeron, luego crecieron. Para entonces, tenía catorce. Mis pulmones empezaron a llenarse con agua. Yo estaba luciendo bastante muerta: mis manos y pies hinchados, mi piel agrietada, mis labios estaban perpetuamente azules. 
Ellos consiguieron esta droga que hace que no te sientas tan completamente aterrorizada sobre el hecho de que no puedes respirar, y tuve un montón de esta fluyendo hacia mí a través de un catéter, y más de una docena de otras drogas más. Pero aun así, hay una cierta incomodidad en ahogarse, particularmente cuando se produce en el transcurso de varios meses. Finalmente terminé en la UCI8 con neumonía, y mi mamá se arrodilló al lado de mi cama y dijo: “¿Estás lista, cariño?” y le dije que estaba lista, mi papá simplemente siguió diciéndome que me amaba en esta voz que no estaba rompiéndose tanto como ya estaba rota, y seguí diciéndole que también lo amaba, y todos estaban sosteniéndose de las manos, y no pude recuperar el aliento, mis pulmones estaban actuando desesperados, haciéndome jadear, sacándome de la cama para tratar de encontrar una posición que les pudiera llevar aire, y estaba avergonzada por su desesperación, disgustada porque simplemente no lo dejaran ir, y recuerdo a mi mamá diciéndome que estaba bien, que iba a estar bien, que estaría bien, y mi padre tratando 
tan fuerte de no sollozar que cuando lo hacía, que era regularmente, era un terremoto. Y recuerdo no querer estar despierta.

Todos pensaron que estaba acabada, pero mi médico de cáncer María logró sacar algo del fluido de mis pulmones, y poco después los antibióticos que me habían dado para la neumonía hicieron efecto.
Me desperté y pronto empecé uno de esos tratamientos experimentales que son famosos en la República de Cáncervania por No Funcionar. La droga era Phalanxifor, esta molécula diseñada para atacar por sí misma las células cancerígenas y disminuir su crecimiento. No funcionaba en cerca del setenta por ciento de las personas. Pero funcionó en mí. Los tumores se redujeron.Y siguieron reduciéndose. ¡Muy bien, Phalanxifor! En los pasados dieciocho meses, mi metástasis apenas ha crecido, dejándome con pulmones que apestan en ser pulmones pero que podrían, posiblemente, luchar durante un tiempo indefinido con la ayuda de oxígeno y Phalanxifor diario.

Es cierto que, mi Milagro Cancerígeno sólo había resultado en un poco de tiempo comprado. Todavía no sabía el tamaño de ese poco. Pero cuando le dije a Augustus Waters, pinté la situación lo más rosa posible, embelleciendo lo milagroso del milagro.
—Entonces ahora vas a volver a la escuela —dijo.
—En realidad no puedo —expliqué—, porque ya obtuve mi GED9. Entonces estoy tomando clases en MCC. —Que era nuestra universidad local.

—Una chica universitaria —dijo, asintiendo—. Eso explica el aura de sofisticación. —Me sonrío. Empujé la parte superior de su brazo juguetonamente. Pude sentir el músculo justo bajo la piel, todo terso y sorprendente.

Hicimos un giro que hizo chirriar las ruedas hacia una subdivisión con paredes de estuco de casi tres metros de altas. Su casa era la primera a la izquierda. Una colonial de dos pisos. Nos detuvimos en su camino de entrada. 

Lo seguí al interior. Una placa de madera en la entrada estaba grabada en cursiva con las palabras "Hogar Es Donde Está El Corazón", y la casa entera resultó estar adornada con tales observaciones. "Los Buenos Amigos Son Difíciles de Encontrar e Imposibles de Olvidar" decía una ilustración sobre el perchero. El Verdadero Amor Nace de Tiempos Difíciles prometía una almohada tejida en el antiguo mobiliario de su sala de estar. Augustus me vio leyendo.

—Mis padres los llaman Estímulos —explicó—. Están por todas partes.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario