Semana 8
El disfraz
Capitulo 2
El viejo Chevrolet del 75 arrasaba por las calles su pesada carroceria, rumbo al gallinero, mientras yo en su interior no paraba de preguntarme por que me sucedían esas cosas a mi. Mi abuela sonreía al volante, feliz de su hazaña. Durante todo el camino no pude decirle nada; nos tiene prohibido que le hablemos mientras maneja, dice que sus reflejos han disminuido con los años y solo le alcanzan para librarse de los ineptos automovilistas de hoy en día. ¡Como si alguno se fuese a atrever contra la dura lata de su auto! Es lo único bueno que tiene: todos nos dejan el camino libre.
El pobre cacharro no tenia la cumpla de nada, pero yo calmaba mi furia sacando por una esquina rota el relleno de su asiento, mientras esperaba el momento de que se apagara el motor para poder desahogarme. Por suerte el trafico no estuvo pesado y llegamos pronto: de lo contrario, solo hubiesen quedado forro y muelles para sentarse.
-Abuela, ¿cuantas veces te he dicho que no me hagas eso? -le reclame, tratando de huir de mis reproches. Pero yo no me iba a quedar así, Esta vez era diferente. Habia una chica de por medio.
-Te voy a preparar el almuerzo -me dijo, mientras se dirigía a la cocina, sabiendo que de esa forma pondría fin a la conversación. Pero yo la seguí hasta los calderos, donde simulaba estar muy ocupada.
- ¿Sucede algo, Otelo? ¿Tienes algún problema?
- me pregunto, mientras ponía su mano en mi cabeza.
- ¡El único problema es que ya tengo catorce años y en esta cada nadie se quiere dar cuenta de eso!
- le reproche amargamente y me marche a la habitación.
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