sábado, 15 de febrero de 2020

YERALDIN ESCOBAR capitulo 2

Albert Camus nos mostró la indiferencia y el escepticismo del ser humano en su máxima expresión, a través de El Extranjero; García Márquez nos presentó la idiosincrasia latinoamericana por medio de un génesis bíblico, poéticamente hiperbólico, en Cien años de soledad; Kafka representó alegóricamente la alienación y decadencia del hombre producto de la era industrial.

El escritor se hace con el tiempo,producto de arduas horas de lectura, diálogos, tertulias, conferencias, lanzamiento de libros y, por supuesto, con el ejercicio constante y paciente de la labor escritural. No es cuestión de lanzar al mercado su “opera prima” para tratar de deslumbrar, desconociendo una tradición literaria que ha abordado infinidad de temas, desde diversas perspectivas y propuestas, que han configurado cánones locales, nacionales y mundiales.

De acuerdo con lo anterior, presento unos apuntes acerca de la novela corta de John Faber Lastra, Un camino al purgatorio (UCAP). De la extensión no depende la calidad de la obra, pues hay micro-cuentos que en el título o en una línea del contenido encierran toda una visión de mundo y exploran una o múltiples facetas del ser. Pero en el caso de UCAP, de entrada -primer índice desde Barthes- tanto la portada como el título de la novela se convierten en indicios más que dicientes del contenido y tono que va a tratar el texto.

Parece que desde este primer índice narrativo se tratara de realizar un llamado al pesar, a la compasión y prevención, sumado a la posición religiosa desde la cual el escritor presentará la narración; la imagen de una pordiosera postrada en una calle observando un grafiti que dice “Que la esperanza no muera”, puede confirmar lo anterior. Pero que el escritor deje notar adrede su ideología en la producción, no es motivo de censura; lo que llama la atención es que lo haga de manera directa, poco sutil y, en ocasiones, sin demostrar la re elaboración del mundo que pretende recrear y valorar a través del texto literario.

En momentos de la narración parece que el escritor quisiera actuar como redentor y especie de profeta que pretende prevenir mediante su obra, a la sociedad caótica que muestra. Lo anterior hace que el espacio narrativo no tome distancia del contexto cotidiano que todos conocemos por medio de la experiencia real y el filtro de los “medios masivos de desinformación”.

De otro lado, Lastra nos presenta la trama utilizando la segmentación en capítulos y alternando el desarrollo de la misma tras el empleo de testimonios, anécdotas de los personajes y cartas que aparecen en el material textual. Así desarrolla la vida del personaje central -Bárbara Sánchez- y el núcleo de familiares y amigos que poco o nada influyen para el desarrollo de la narración. Es más, en un pasaje se incluye a una cucaracha que perfectamente sobra y que genera la pérdida del interés en la historia y produce una jocosidad poco atractiva.

Al retomar el personaje central de la historia -Bárbara- podemos sintetizar el conflicto y argumento del texto de Lastra de la siguiente manera: un escritor encuentra en un cementerio, gracias al testimonio de una mujer, la materia prima para su novela; la mujer le relata la aciaga vida de su amiga Bárbara, quien luego de proyectar un brillante futuro, termina sumida en una penosa enfermedad.

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