sábado, 22 de febrero de 2020

LAS INTERMITENCIAS DE LA MUERTE

SEMANA 3
 Era lamentable que cada día que pasaba los ancianos se veían más tristes, descompuestos, el rostro encogido, arrugas tras arruga, queriendo descansar  y morir en paz para no ser un estorbo más pero iba hacer algo imposible, ya que como se dijo desde la primera línea de este libro nadie iba a morir, y sin importar las condiciones de miles de ciudadanos que querían ya librarse de la vida y descansar no lo podían lograr.
Ningún ciudadano quería pagar las pólizas de seguro de vida ya que era algo absurdo seguir pagando una cantidad de dinero que solo servía para enriquecer a las empresas, y como los hospitales, funerarias y morgues, esta empresa iba directamente a la quiebra ya que ninguno de los miles ciudadanos que habían en este país iba a pagar más esas pólizas de seguro de vida. Todos entraban en una crisis económica, las compañías y el ministro ya no encontraban que hacer porque cada día era más difícil vivir así.
En una aldea cualquier, a pocos kilómetros de la frontera, vivían una familia de campesinos pobres. que no tenían un solo un pariente en estado de vida suspendida. si no que dos; uno de ellos era un abuelo de esos de la antigua que solo se convertía en  una carga para su familia, y el otro era una criatura de pocos meses de vida,el medico rural que los visitaba cada semana decía que ya no se podía hacer nada por ellos, ni siquiera inyectarles una logra letal.
Buscaban ayuda y ninguna persona les daba una solución, un día fueron a buscar al sacerdote el mismo que le había dicho al ministro que afuera de la frontera la muerte seguía haciendo su labor y les propuso la idea de que los llevaran a la frontera allá podían cumplir su labor y morir, ella se negaba rotundamente a creer, se fue a su directamente a su casa a comentar lo que se acaba de enterar y toda su familia tomarían la ultima decisión si dejarlos morir o seguir con ellos siendo un peso más para esta pobre familia.

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