Esparnaza tras las tejas... Crónica de una mujer condenada al olvido

Resumen realizado por: María Ximena Leiva Rengifo
Capitulo 4
Desperté abruptamente. Por un momento no sabía dónde me encontraba, pero después de unos segundos, cuando mis sentidos se ubicaron comprendí:"Aún estoy en la casa de mi tío Pacho". Así como en la narración bíblica del nuevo testamento, antes de cantar el gallo, fui negada tres veces. Mi tío Pacho, cuando...
Esparnaza quedó en silencio. Una sucesiva cadena de explosiones abruptamente la interrumpió. Los amotinados hicieron explotar bombas en las afuera de la cárcel con el objetivo de hacer retroceder a la Fuerza Pública, la cuál amenazaba.
Dirigí la mirada hacia el reloj. Este, para sumarse a la lista de las tantas cosas anómalas, se encontraba paralizado. Recibió un golpe cuando yo caí al suelo.
Le pregunté a un señor, menor de cincuenta años de edad, quién se encontraba a pocos centímetros de distancia. Sus dientes castañeteaban por el frío. "¿Señor, que hora es?". Son las doce de la noche. Llevamos ocho horas en este infierno. No veo una solución. Vamos a morir".
El señor entro en un estado de paranoia y se atrevió a enfrentar al vigilante amotinado arrojándole cuanta cosa encontraba. El rebelde se impaciento. "Que le pasa a esta gonorrea", dijo, y a sangre fria acometio con el indefenso e inerme hombre desesperado. Disparó el arma. La bala impacto en la cabeza. La víctima cayó al suelo, con un punto negro en la frente. No alcanzó a emitir quejido alguno.
El ambiente con el paso de las horas se hacía más crítico. La manera vil como aquel asesino actuó, nos hizo temblar. Aquel sitio era un caos. La mayoría de los amotinados se encontraban en las caritas y en la azotea de la carcel; quemaban colchones, sillas de madera, papeles y desafiaban con actitudes obscenas a la fuerza pública. Tenían entre sus rehenes, al director de la cárcel, quién fue exhibido de una forma humillante. Se encontraba exhausto. Mostró su cara desencajada.