sábado, 22 de febrero de 2020

Esperanza tras las rejas.... crónica de una mujer condenada al olvido

Capitulo 3
Llegué al Yarumo; tres años habían pasado. Por un momento, sólo por un momento eterno, me sentí sola, llena de preguntas destinadas a permanecer sin respuestas. Abrigué la posibilidad de regresar a la ciudad; pero, en los requicios de mi memoria, aún estaban intactos los años de felicidad. Volví a experimentar rabia. La memoria de nuevo me mostró las imagines del pasada. Sentí nostalgia hasta de lo dejado de vivir.
Arribé al Yarumo en un Chevrolet modelo antiguo, el único carro de servicio público. El trasporte urbano conseguido por mi papá, ya no existía. La empresa de trasportes "La veloz", clausuró la ruta. El haber sido catalogada la región, por parte del gobierno nacional y los medios de comunicación, como zona roja, impulsó a los dueños de la empresa de trasporte a tomar tal decisión.
El centro de Yarumo, observé con gran admiración (usé mi mano como visera. El sol permanecía inexorable), que la estatua de Bolívar se encontraba engalanada de flores. En el muro de las tres astas (en el asta del centro para  ser precisa. Las otras estaban desnudas), se hallaba izada una bandera de Colombia, con un símbolo impreso en el centro (América del sur unida y sin fronteras). Días después me enteré, que el símbolo de unión suramericano, representaba el ideal del grupo subversivo, su filosofía. La razón de su lucha armada motivada por los sueños Bolivarianos. Una sola nación, un sólo continente.
El caserío estaba devastado. Parecía un pueblo fantasma. Hasta el viento había dejado de soplar.
Los pocos transeúntes reflejaban el miedo en los ojos. Algunos lograron reconocerme, pero no me saludaron. A una prudente distancia comenzaron a murmurar, no podía dar crédito a los que sus ojos veían. Para ellos, mi presencia en El Yarumo era toda una locura. La gran mayoría de los yarumenses conocieron los motivos por los cuales nos habíamos ido; no era ilógico pensar que algunos me trataran de irresponsable por haber vuelto.
Observar tanto miedo, hizo caer al piso la primera estrategia concebida. Había abrigado la posibilidad de encontrar personas luchadores, pero según lo advertí a mi llegada, nadie se atrevería a formar conmigo un grupo de justicia privada (el concepto de justicia privada no era muy conocido en aquellos días en el país. Yo lo concebí en un comienzo como mi estrategia de lucha para cobrar venganza y recuperar mis propiedades. El fenómeno, nació en las zonas esmeralderas y ganaderas como estrategia de defensa contra el dominio guerrillero. Qué lejos estaba de pensar, que mi ingenuo intento de iniciar una venganza personal, se convirtió en otro actor de la violencia de nuestro país que permea a las altas esferas de la sociedad).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario