sábado, 6 de junio de 2020

Bajo la misma estrella resumen#15

John Green
Bajo la misma estrella (semana #15)

—Más te vale —dije, y la línea se cortó sin otra palabra.

Coquetear era nuevo para mí, pero me gustaba.

A la mañana siguiente tenía Poesía Americana del Siglo Veinte en el MCC.
Esta mujer mayor nos dio un discurso en el que se las arregló para hablar por noventa minutos sobre Sylvia Plath sin citar ninguna de las palabras de Sylvia Plath.

Cuando salí de clases, mamá estaba parada en la curva al frente del edificio.

—¿Esperaste aquí todo el tiempo? —le pregunté mientras ella se apresuraba para ayudarme a arrastrar mi carro y tanque dentro del auto.

—No, recogí la ropa de la tintorería y fui a la oficina de correos.

—¿Y luego?

—Tenía un libro para leer —dijo.

—Y yo soy la que necesita una vida —sonreí, y ella intentó sonreírme de vuelta, pero había algo endeble en ella. Después de un segundo, dije—: ¿Quieres ir a ver una película?

—Claro. ¿Algo que quieras ver?

—Sólo hagamos la cosa en que uno va y ve lo que sea que esté por comenzar —cerró la puerta por mí y caminó hacia el lado del conductor.

Nos dirigimos hacia el teatro Castleton y vimos una película en 3D sobre jerbos que hablan. Era algo graciosa, de hecho.

Cuando salí de la película, tenía cuatro mensajes de texto de Augustus.

Dime que a mi copia le faltan las últimas veinte páginas o algo.

Hazel Grace, dime que no he llegado al final de este libro.

OH DIOS MÍO SE CASAN O NO OH DIOS MÍO QUÉ ES ESTO.

¿Supongo que Anna muere así que sólo termina? CRUEL. Llámame cuando puedas. Espero que todo esté bien.

Así que cuando llegué a casa salí al jardín y me senté en esta silla de patio oxidada y lo llamé. Era un día nublado, típico en Indiana: el tipo de clima que te encierra. En nuestro jardín de atrás predominaba mi columpio de la infancia, que lucía algo anegado y patético.

Augustus respondió en el tercer tono. —Hazel Grace —dijo.

—Así que bienvenido a la dulce tortura de leer Una Aflicción… —Me detuve cuando escuché un fuerte sollozo del otro lado de la línea—. ¿Estás bien? —pregunté.

—Estoy magnífico —respondió Augustus—. Sin embargo, estoy con Isaac, que parece que está descompensándose. —Más gemidos. Como el lloriqueo de un animal herido. Gus dirigió su atención a Isaac—. Amigo. Amigo. ¿Hazel del grupo de apoyo hace esto mejor o peor? Isaac. Concéntrate. En. Mí —Después de un minuto, Gus me dice—. ¿Puedes encontrarnos en mi casa en, digamos, veinte minutos?

—Claro —digo, y cuelgo.

Si pudieras manejar en línea recta, solo tomaría como cinco minutos llegar de mi casa a la de Augustus, pero no puedes manejar en línea recta porque el Parque Holliday está al medio.

A pesar de que era una inconveniencia geográfica, realmente me gustaba el Parque Holliday. Cuando era una niña, caminaba por el Río Blanco con mi papá y siempre estaba ese increíble momento cuando me
tiraría hacia arriba en el aire, solo lanzarme lejos de él y yo estiraría mis
brazos mientras volaba y él estiraría los suyos, y luego ambos veríamos que
nuestros brazos no se iban a tocar y que nadie iba a atraparme, y nos asustaría un poco de la mejor forma posible, y luego caería con las piernas en el agua y después saldría por aire completamente sana y la corriente me traería de vuelta a él mientras decía de nuevo, papi, de nuevo.

Me estacioné en el camino de entrada justo al lado de un viejo Toyota sedan negro y pensé que era el auto de Isaac. Cargando el tanque detrás de mí, caminé hacia la puerta. Golpeé. El papá de Gus contestó.

—Solo Hazel —dijo—. Qué bueno verte.

—¿Augustus dijo que podía venir?

—Sí, él e Isaac están en el sótano —En ese momento hubo un grito desde abajo—. Ese sería Isaac —dijo el papá de Gus, y sacudió suavemente su cabeza—. Cindy tuvo que salir. El sonido… —dijo, descarriándose—. De todas formas, supongo que te necesitan abajo. ¿Puedo cargar tú, uh, tanque? —preguntó.

—Nah, estoy bien. Gracias de todas formas, Señor Waters.

—Mark —dijo.

Estaba algo asustada de ir abajo. Escuchar a la gente aullar en miseria no está entre mis pasatiempos favoritos. Pero bajé.

—Hazel Grace —dijo Augustus al escuchar mis pasos—. Isaac, Hazel del grupo de apoyo está bajando. Hazel, un recordatorio delicado: Isaac está en el medio de un episodio sicótico.

Augustus e Isaac estaban sentados en el suelo en sillas de juego con forma de una perezosa L, mirando fijamente la enorme televisión. La pantalla estaba dividida entre el punto de vista de Isaac en la izquierda, y el de Augustus en la derecha. Eran soldados luchando en una ciudad moderna seriamente dañada. Reconocí el lugar de El Precio del Amanecer. Mientras me acercaba, no vi nada inusual: sólo dos chicos sentados bajo el resplandor de una enorme televisión fingiendo matar gente.

Sólo cuando me puse en paralelo a ellos vi el rostro de Isaac. Lágrimas corrían por sus enrojecidas mejillas en un flujo continuo, su rostro una tensa máscara de dolor. Él miro a la pantalla, sin siquiera mirarme, y aulló, todo el momento machacando su control. —¿Cómo estas, Hazel? —preguntó
Augustus.

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